Los principios económicos en el Islam se basan en valores éticos y justicia social, con el objetivo de crear una sociedad justa y equitativa. El Islam enfatiza la administración responsable de la riqueza, prohibiendo prácticas como la usura (riba) y fomentando la caridad a través de obligaciones como el zakat.
La financiación islámica opera sobre principios de reparto de beneficios y respaldo de activos, fomentando la cooperación y el beneficio mutuo en las transacciones económicas. Se promueven el comercio justo y prácticas comerciales éticas, enfatizando la honestidad, transparencia y consentimiento mutuo. Además, el Islam fomenta una ética laboral sólida y el espíritu empresarial, al tiempo que enfatiza la importancia de la sostenibilidad ambiental.
En general, los principios económicos islámicos priorizan el comportamiento ético, el bienestar social y el desarrollo sostenible, proporcionando un marco integral para la actividad económica que se alinea con los principios de justicia y compasión.
