Al ser un verdadero musulmán, una persona se libera de adorar y ser esclavizada por cosas, sistemas y formas de vida creadas por el hombre, convirtiéndose en un siervo devoto de Allah solamente. Adora a Allah solo, sin ninguna deidad aparte de Él, lo ama únicamente a Él y pone su esperanza y confianza únicamente en Él.
Al aceptar el Islam y adherirse a él, una persona se da cuenta de que está cumpliendo con el propósito de su creación. Allah nos creó con un propósito específico, y a través del compromiso con el Islam, alcanzamos este propósito: adorar a Allah solo, sin ningún asociado.
El alma del creyente se libera del control de los demás en el momento en que se da cuenta de que Allah es el Dueño de todo, y que ningún ser humano, sin importar su poder o estatus, puede impedir lo que Allah ha decretado ni otorgar lo que Allah ha retenido. Así, el creyente se apresura a lograr la servidumbre a Allah buscando Su complacencia, sin preocuparse por la aprobación de los demás.
El alma del creyente también se libera del miedo, excepto del miedo a Allah únicamente. Temer a otros además de Allah causa miseria y perturba la paz de la vida, ya que Satanás hace que una persona tema todo, llevándola a vivir en ansiedad e inquietud.
El Islam inculca valentía y determinación, ya que quien cree en Allah, sabiendo que Él solo da la vida y la muerte y que todas las decisiones están en Sus manos, encuentra paz y tranquilidad.
