En el Islam, la riqueza se considera una bendición divina de Al-lah, un medio a través del cual uno cumple con sus responsabilidades hacia sí mismo y los demás. No es un fin en sí mismo, sino una herramienta para cultivar la virtud, guiada por los principios de generosidad, caridad y compasión hacia los necesitados.
Se anima a los musulmanes a obtener riqueza por medios lícitos y a gastarla con sabiduría, siendo conscientes de sus obligaciones de dar caridad, especialmente a través del zakat (limosna obligatoria) y actos voluntarios de bondad.
El Islam enseña que la riqueza no debe fomentar la arrogancia ni el apego excesivo, y que la verdadera prosperidad radica en el crecimiento espiritual, la rectitud y el uso de los recursos para servir a la humanidad y complacer a Al-lah.
Al-lah, el Altísimo, dice : “[Los creyentes] no alcanzarán la piedad auténtica hasta que den [en caridad] lo que más aman. Todo lo que den en caridad Dios lo sabe. ” (Corán 3:92)