Allah nos creó con un propósito, y al adherirnos al Islam, cumplimos este propósito: adorar a Allah solo, sin asociar ningún compañero con Él, y poner nuestra esperanza y confianza solo en Él. Él quiere nuestra felicidad tanto en este mundo como en la Otra Vida, y nos ha otorgado la clave para esa verdadera felicidad. El Corán contiene respuestas a los mayores misterios de la vida. Nos impulsa a trascender el materialismo y darnos cuenta de que esta vida es solo un momento fugaz antes de alcanzar la vida eterna en el Más Allá.
Así, nos liberamos de adorar y ser esclavizados por objetos, sistemas y formas de vida creadas por el hombre, convirtiéndonos en siervos devotos de Allah, reconociendo que Él es el dueño de todas las cosas.
Ser musulmán significa someterse completamente a nuestro Creador y reconocer que no fuimos creados para ningún otro propósito más que para adorarlo. Este es el propósito último de nuestra existencia aquí en la tierra, en este universo aparentemente infinito: adorar a Allah solo.
Abrazar el Islam nos libera del único pecado que puede ser imperdonable: asociar compañeros con Allah (shirk).
"Y no creé a los yinn y a los hombres salvo para que Me adoraran." (Corán 51:56)
" «¡Pueblo mío!, ¡adorad solo a Al-lah, no tenéis ninguna otra divinidad (verdadera) fuera de Él! "(Corán 7:59)
Es importante enfatizar que Allah no necesita nuestra adoración; somos nosotros los seres humanos quienes necesitamos a Allah. Necesitamos el sentido de seguridad y paz que proviene de adorarlo.